La imagen de disturbios y mítines en la Universidad del Atlántico es ampliamente conocida en la opinión pública local y nacional por el obvio despliegue que realizan los medios de comunicación afectos a la pésima gestión del cuestionado Rector Carlos Prasca. Unos encapuchados que salen de las sombras, de las penumbras de la universidad, para impedir el tráfico en la carrera 51 B, creando pánico al interior del claustro e incendiando lo que encuentren a su paso, incluso la puerta de la rectoría y motos de la policía.
La consecuencia de los desmanes es una cruzada pública de los mismos medios de comunicación aludidos en contra de los encapuchados que impiden el normal desarrollo de las actividades de la academia en los que creen ver la mano de opositores de tendencias opositoras políticas buscando “dañarle” la imagen excesivamente cultivada de administrador educativo de Prasca y su tropilla de asalto. Ilusiones que se creen ellos mismos para tranquilizar sus conciencias.
No hay tal intranquilidad ni es necesaria la presencia de la policía militar —tal como lo pidió Prasca en un consejo de seguridad— para que asuma funciones al interior de la Universidad del Atlántico resguardando la debida tranquilidad de los estamentos en sus objetivos misionales. Por el contrario, precisamente la principal causa de perturbación es la presencia en la rectoría del cuestionado funcionario cuya llegada a esa dignidad fue por circunstancias tortuosas en donde incluso hubo una cuestionada acción de tutela del representante de los gremios Cesar Lorduy, hoy conspicuo Representante a la Cámara por el partido Cambio Radical, el mismo que llevó a Prasca a la rectoría de manos del senador Arturo Char conocido por el desmantelamiento politiquero de las finanzas de la universidad. Para eso llegó precisamente el citado rector a esa posición en calidad de ejecutor del plan.
Prasca se despachó el presupuesto del 2019 en escasos cuatro meses con órdenes de servicio, agotando rubros con la consecuencia que a mitad de año, cuando todavía faltan seis largos meses, se le deba dinero a contratistas, liquidaciones, mantenimiento y que toda esta situación se refleje, por ejemplo, en el deterioro visible de edificios y en la carencia de infraestructura como mesas, sillas algo inconcebible en una universidad con acreditación de alta calidad. A manera de ejemplo, mientras no hay luz en 4 bloques de la universidad por los falsos positivos de bombas e incendios, el Rector y sus conmilitones se gastan $80 millones para hacer un concierto en 2 tarimas de “abrazatones” y corruptos. No se conoce si el senador Char actuará en forma especial en alguna de ellas con su show musical de champeta “ligth”.
En síntesis, no hay recursos económicos, gastados en una piñata de favores por el rector Carlos Prasca en sus cuotas de pago a quienes lo eligieron y que pueden colocar de 5000 a 10.000 votos en las próximas elecciones garantizando un concejal y un diputado por lo menos. Esa es una de las dimensiones de la crisis que pretenden ocultar los actos de vandalismo con “bombas” de mentiras risibles, con capacitor de nevera, reloj de pulso y que para colmo fue anunciada su presencia con bombos y platillos para que todos en la universidad corrieran asustados, pánico puro y llegara la policía a “desactivarla” con una explosión controlada.