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Juicio a ‘El Chapo’: las anécdotas desconocidas del capo contadas por ‘El Rey’, uno de sus socios

by Redacción Karoline.info

Un bautizo que concretó un pacto entre líderes de esta organización de tráfico de drogas poco después de la primera fuga de Joaquín Guzmán Loera, el fallido intento por fumar la pipa de la paz con los hermanos Arellano Félix y varias operaciones del cartel son algunos detalles que se han expuesto en el inicio del juicio contra el capo.

Jesús ‘El Rey’ Zambada, quien fue uno de los lugartenientes del cartel de Sinaloa, descansaba en una mansión en el puerto de Acapulco a mediados de enero de 2001, cuando su hermano, Ismael ‘El Mayo’, el eterno jefe de esa organización, lo visitó para compartirle un secreto: su socio Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán estaba a punto de escaparse de una prisión dentro de un carrito de lavandería. Muy pocos sabían entonces sobre esa fuga, parteaguas en la vida del hombre casi analfabeta que llegó a convertirse en el narcotraficante más poderoso del mundo.

‘El Mayo’ viajó hasta Acapulco para llevarse a su hermano a la Ciudad de México antes de que iniciaran los operativos militares tratando de recapturar a su compadre. “Me dijo: ‘se va a escapar y aquí es donde primero lo van a buscar, porque Guerrero siempre ha sido lugar de ‘El Chapo’”, contó esta semana ‘El Rey’ Zambada en una corte federal en Brooklyn, en el juicio contra Guzmán.

Quien fuera el encargado de las operaciones del cartel de Sinaloa en la Ciudad de México ha relatado en el tribunal varias anécdotas hasta ahora desconocidas sobre ‘El Chapo’, ‘El Mayo’ y su empresa criminal. Las ha compartido prestando poca atención a la mirada fría que le clava el capo al otro lado de la sala.

‘El Rey’ Zambada relató, por ejemplo, que conoció en persona a Guzmán unos días después de su primer gran escape. Él fue quien se encargó de buscar el lugar en el cual aterrizó el helicóptero que llevó a ‘El Chapo’ de algún lugar del occidente mexicano a una comunidad de Querétaro, en el centro de ese país. Solo el piloto y los jefes de la organización sabían en donde se refugiaría el mafioso.

“A las 7 de la mañana apareció el helicóptero y ‘El Chapo’ venía en él”, contó Zambada. Era la primera vez después de casi una década que se reencontraban los máximos líderes del cartel, entonces minado por una sangrienta guerra contra los hermanos Arellano Félix en Tijuana. “Se dieron un abrazo”, describió aquel momento.

‘El Rey’ y su esposa Pati no tuvieron miedo por llevar en el asiento trasero de su auto al que entonces era el criminal más buscado de México. Durante casi dos horas de trayecto fueron conversando de “cosas normales” y solo al llegar a una caseta de cobro le pidieron a Guzmán que fingiera que estaba leyendo un periódico para que la cámara de vigilancia no captara su rostro.

“En la Ciudad de México nos estaban esperando policías que trabajaban para mí, una patrulla de la Policía de distrito y una moto de la Policía. La moto iba adelante y la patrulla atrás”, relató Jesús.

Al ver a los uniformados, ‘El Chapo’ se espantó pensando que lo iban a capturar. “Yo le dije: no te preocupes, esta es nuestra gente, nadie nos va a tocar ahora”.

Al llegar a una residencia de ‘El Mayo’ en un lujoso vecindario en la Ciudad de México, los jefes del cartel volvieron a conversar alegremente y a replantear su negocio. Resumió aquella reunión con dos palabras: “Todos felices”.

Un bautizo y la unión del cartel
Uno de los pistoleros más temidos del cartel, Francisco Aceves Urías, alias ‘El Barbarino’, fue quien escondió a Guzmán en un pequeño rancho al noreste de Toluca, capital de Estado de México, después de la primera fuga. Ahí se reunieron un par de veces los líderes de la organización, incluido Juan José Esparragoza, alias ‘El Azul’, el legendario capo que guio a ‘El Chapo’ desde sus inicios en el crimen.

Eran encuentros breves, de apenas un par de horas, en los que no había planes concretos sobre traficar droga. “A ver qué hacemos, ponernos a trabajar”, contó ‘El Rey’ que se decían su hermano y Guzmán. El segundo seguía preocupado por el operativo militar que le pisaba los talones y su limitado poder para retomar su vida delictiva. “Estaba preocupado de encontrar un lugar para ubicarse”, dijo Zambada.

La segunda vez que los capos se vieron en el rancho de ‘El Barbarino’ (asesinado con armas de grueso calibre en Sinaloa en febrero de 2015) hablaron con una mujer de un cartel de Colombia que estaba interesado en seguir entregándoles grandes cargamentos de cocaína para que los llevaran a EEUU.

Comenzaba a fraguarse la estrategia que catapultó a este grupo delictivo que ya tenía control en las costas de Chiapas y el aeropuerto de la Ciudad de México para recibir la mercancía, y tenía presencia en ciudades fronterizas para cruzarla a EEUU. ‘El Mayo’ alentaba a su socio palmeándole el hombro: “No te preocupes, todo está listo para trabajar. Lo que necesites cuente con ello, tenemos equipo”.

En un principio, Guzmán pensaba establecerse en el centro de México, pero ‘El Mayo’ lo convenció de que pusieran su base de operaciones en su estado natal, Sinaloa. Al final formó su bastión en el llamado Triángulo Dorado, la fértil sierra donde confluye ese estado con Durango y Chihuahua. En esa zona florece gran parte de los plantíos de amapola y marihuana del cartel.

“Mi hermano le dijo: vámonos a Sinaloa, yo tengo el control allá, vamos para tu tierra”, contó ‘El Rey’.

El bautizo del hijo de ‘El Barbarino’, que se realizó unos días después en el mismo rancho se convirtió en el evento que coronó ese pacto entre narcos. Los padrinos fueron ‘El Mayo’ y ‘El Chapo’. Fue la última vez que ahí se vieron los “pesados” del cartel. ‘El Rey’ contó un detalle que hizo reír a varios en la corte: el momento en que el sacerdote que ofició el sacramento reconoció a quienes estaban en el evento.

“Se le vio un poco nervioso. ‘El Chapo’ estaba saliendo en las noticias todo el tiempo y mi hermano también”, dijo con una sonrisa.

La guerra contra los Arellano Félix
En 1993, cuando ya habían pasado seis años de una sangrienta batalla entre ‘La Federación’ (el grupo que antecedió al cartel de Sinaloa) y el de los hermanos Arellano Félix por el control de la ciudad de Tijuana, uno de los principales puntos para pasar droga hacia EEUU, se organizó una reunión para tratar de fumar la pipa de la paz.

‘El Rey’ Zambada contó en su testimonio detalles que se desconocían sobre aquel encuentro: que Amado Carrillo Fuentes, ‘El Señor de los cielos’, fue acompañado de Vicente Zambada, el hijo de ‘El Mayo’ y otro de los posibles testigos contra Guzmán en su juicio.

Todo salió mal en esa plática, desatando un pleito aún más violento en aquella frontera. “Los Arellano Félix no quisieron aceptar el acuerdo de paz y estuvieron a punto de matarlos”, relató ‘El Rey’, quien mencionó que a su regreso Amado Carrillo dio la luz verde para que todos los pistoleros de la organización atacaran a los de Tijuana. “Empezó una guerra muy fuerte”, dijo.

El relato de este hombre sobre la muerte del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en 1993 coincide con la versión oficial: que los pistoleros de los Arellano Félix lo confundieron con ‘El Chapo’ y lo asesinaron, y después culparon de esa muerte a Guzmán, desatando una cacería que concluyó con su captura en Guatemala.

Un año antes, Guzmán trató de asesinar a Ramón Arellano Félix en la discoteca Christine en Puerto Vallarta, Jalisco. Ese ataque concluyó con seis muertos. ‘El Rey’ supo de ese plan antes de que se concretara; se lo compartió su hermano. “Me dijo que ‘Chapo’ estaba a punto de matar a Ramón porque sabía que Ramón frecuentemente venía a esta discoteca en Puerto Vallarta”, mencionó.

Por esa guerra que mermó las ganancias del cartel, porque le cerró el contrabando de narcóticos a través de Tijuana, casi es asesinado el hermano de ‘El Mayo’ en 1994. Él dice que la libró por suerte y por una pistola que traía fajada en la cintura. “Un día me interceptaron unos sicarios para matarme cuando estaba haciendo una compra”, relató. Aunque los pistoleros le dispararon a corta distancia, la bala solo le rozó la sien y le bañó el rostro de sangre.

“Caí al suelo, afortunadamente no caí inconsciente. Brinqué atrás con mi pistola en la mano y peleé con ellos. Se sorprendieron de que no estaba muerto. Afortunadamente salvé mi vida”, dijo.

Quien no corrió con la misma suerte fue su hermano mayor Vicente, quien fue asesinado a pesar de que no estaba involucrado en el narcotráfico. Los Arellano Félix fueron los primeros mafiosos mexicanos en romper el viejo acuerdo de no matar a familiares de los enemigos.

“(Vicente) no se metía en negocios malos, vivía bien. No usaba arma. Vivía una vida social estable y los Arellano Félix fueron a matarlo a la puerta de su casa”.

Reglas, tácticas y sobornos
El testimonio de ‘El Rey’ Zambada que se ha escuchado durante dos días en una sala del tribunal federal en Brooklyn también ha detallado las operaciones, reglas y hasta los incentivos que reciben quienes matan a un enemigo “especial”.

“Cuando tienen participación en una operación especial o matan a un enemigo especial se les da una compensación”, aseguró.

Según ‘El Rey’, la organización sigue una norma establecida por las mafias italianas: no asesinar a un enemigo o traidor sin la autorización de los jefes. “Se necesita tomar en cuenta al líder principal del cartel y se platica entre los sublíderes para llegar a un acuerdo si esa persona va a ser eliminada. Sobre todo, cuando se trata de otro líder del cartel”, afirmó.

¿Quién en el cartel de Sinaloa puede autorizar un asesinato?, le cuestionó una fiscal.

“Joaquín Guzmán Loera y mi hermano, Ismael ‘El Mayo’ Zambada”, respondió.

Este capo describió que este grupo delictivo ha tenido en su nómina desde policías municipales y oficinistas del gobierno, hasta gobernadores y militares de alto rango. Él solo ha identificado a un general que se apellida Toledano, como uno de los funcionarios comprados por ‘El Chapo’. La Fiscalía federal agrupa a los funcionarios al servicio del cartel como una de las tres columnas que lo sostienen.

El pleito a muerte para defender los estados que colindan con el Pacífico se debe a que en estos reciben toneladas de cocaína proveniente de Colombia para después transportarla en pipas de gas. Así evitan la detección de las autoridades. Para reducir las pérdidas y aumentar las ganancias, varios líderes del cartel se unen para “invertir” en la compra de grandes cargamentos de droga.

En la frontera, los túneles no solo son efectivos para cruzar droga hacia EEUU, sino para traer de regreso dinero y armas de fuego, describió ‘El Rey’.

Mencionó que cuando se intensifican los operativos de vigilancia en la frontera, el método más efectivo para traficar entre 20 y 50 kilos de narcóticos es escondiéndolos en compartimentos ocultos de autos.

“Es más difícil para las autoridades detectarlo porque cruzan miles de vehículos al día. Y si mandan diez carros al día son 200 kilos. Si pierdes uno, pierdes 20, no es mucho. Es una operación hormiga”.

El hermano de ‘El Mayo’ contó que su pariente una vez estuvo a punto de perder un cargamento de 20 toneladas de cocaína en la costa de Nayarit, porque los narcos pensaron que los habían detectado las autoridades y lanzaron el cargamento al mar. Pero Zambada no se quedó de brazos cruzados.

“Recuperaron la cocaína usando buzos de profundidad”, contó ‘El Rey’.

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